jueves, 30 de octubre de 2008

De gatos y celos

Nuestro pequeño Félix ha empezado a gatear como una bala. Pero gatear no es todo lo que le acerca al mundo felino. En primer lugar, es muy observador. Además, acecha sigilosamente a sus presas para saltar al descuido sobre ellas y darles un buen mordisco con sus dientecillos. Por no hablar de su estrategia de mirar con sus grandes ojos, como el gato con botas de Schrek, a sus víctimas, hasta ser tan, tan riquiño que es imposible no cogerlo en brazos. Es una habilidad eficacísima. Por último, a Félix, como a los gatos, le fascina el movimiento de la lavadora y podría quedarse horas mirando cómo da vueltas.

El problema es que nuestro gatito está demasiado riquiño. Tanto que la Ponchuda está teniendo una crisis de celos inédita hasta ahora: "mamá, no le digas hola", "mamá, no le cojas en el colo, cógeme a mí", "mamá ¿verdad que Félix no es tu hijo?", "mamá, quiero dormir contigo en tu cama". Pero, Inés, si eres la indiscutible reina de la casa... pero ¿quién puede hacerte entender que no has perdido el trono, sino que simplemente lo compartes?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pon, tu siempre serás nuestra prinsesa! Iria, Eva y Jorge